Tema No. 7: La Píldora y la Libertad de la Mujer

El siglo XX, entre otras muchas cosas, es el siglo de la anticoncepción. En lo años 50 empezó a extenderse el uso de la píldora, un sistema altamente eficaz (con efectos secundarios de los que se habla poco) que permite la mujer controlar sus momentos de fecundidad. Una mujer que tomaba la píldora podía ejercer la sexualidad sin el riesgo de quedar embarazada. Dicho de una forma más positiva: la pareja podía decidir cuándo y cuántos hijos tener. 

El ser humano parecía haber alcanzado una gran conquista: independizarse de las ataduras de su biología. Su uso permitiría que la procreación fuera algo mucho más meditado, y el disfrute del sexo carecería de riesgos y embarazos por sorpresa.


La iglesia católica es muy clara en su mensaje frente a la anticoncepción artificial si el acto conyugal está destinado a la concepción de los hijos por su dinamismo intrínseco, obrar adrede contra esta finalidad es deshonesto.


¿Pueden los cristianos usar métodos anticonceptivos? ¿Qué dice la Biblia acerca de los anticonceptivos?

Cuando los cristianos intentan definir si una acción es “pecadora,” la autoridad más a menudo consultada es la Biblia. Desafortunadamente, las capas de la tradición que se añaden a las Escrituras confunden nuestro entendimiento. Si no tenemos cuidado, podemos terminar pensando que Dios es un sádico, que hace nuestras vidas miserables sólo por diversión. Esto es especialmente cierto en el caso del sexo. Y cuando comenzamos a hablar de sexo, el tema de los métodos anticonceptivos no se queda muy atrás.

Algunos ven los métodos anticonceptivos como una afrenta a Dios, a sus intenciones en relación con el sexo, y a su mando, “sean fructíferos y multiplíquense.” Otros no tienen problema en conciliar su fe cristiana con el uso de éstos métodos. Por lo tanto, ¿cuál debe ser? ¿Es pecado usar métodos anticonceptivos?


Si nos fijamos en los primeros versículos del Génesis, leeremos acerca de Dios creando un mundo hermoso y diverso y declarando todas las cosas como “buenas.” Lo único que el Señor dijo que “no era bueno” era que el hombre estuviera solo: “Luego Dios el Señor dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.’”

Dios hizo al hombre y la mujer para que se hicieran compañía; nos hizo para complementarnos uno al otro, emocional, mental y físicamente. El sexo, por su diseño, es bueno y está destinado a fortalecer esa unión. Por supuesto, el sexo también es la forma en la que nos reproducimos y perpetuamos nuestra especie.




Publicación hecha por:

Josué Javier González Santos 
Sexto Perito Contador
Clave: 7

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